Joyas marinas y sus historias gastronómicas
El verano es una época en la que la mayoría de nosotros divagamos entre playas paradisíacas, paseos en barco o divisamos un atardecer en la costa. Todas postales con las joyas marinas como protagonistas.
Pero éstas tienen mucho más misterio de lo que imaginamos, tienen mucho que contar, donde innovar. Un mar de historias a sus espaldas hasta llegar a nuestros platos.
Las joyas marinas de la gastronomía
El plancton es el origen de la vida. Siempre ha estado ahí, brillando con luz propia, pero en los últimos diez años se ha demostrado científicamente que es posible saborearlo y disfrutarlo por su infinidad de riquezas, y se ha ganado a pulso la categoría de joya marina.
Al igual que su compañera de viaje, la sobria y elegante ostra. Vieja amiga, que mejora con los años, sabor marino en un bocado de lujo. Ella nunca fue ostentosa pero si curiosa. Por ello, tras darse a conocer con la simple compañía de una pizca de pimienta blanca molida y limón quiso seguir experimentando.Hoy la podemos encontrar en múltiples recetas que hacen gala de su sabor marino, desde añadirle a la pimienta y el limón, mantequilla y pan de centeno, hasta prepararla con un escabeche de plancton. Vivas y con la concha cerrada, así es como debes conocerla y al prepararlas tienen que estar llenas de agua y oler a mar.
Muy cerquita de nuestra amiga encontramos el ostión, asimétrico e irregular el marca su camino propio. Su primera cara, la exterior, es áspera y oscura. Pero lo importante está en el interior, donde nos presenta una superficie lisa de bonito nácar. Abundantes en su especie, de gran fecundidad, se pasea por toda la cocina que lo demanda sin oponer resistencia. En ellas lo admiran por su gran versatilidad, pues admite numerosas presentaciones, frescos, guisados, ahumados, en vinagre, enlatados, secos, en su concha y tantas más como dicte la creatividad.
Como el delicioso bogavante, que habita en los fondos de roca y arena, entre dos y 50 metros de profundidad. Por la noche, es algo peleón y bastante solitario, pero fuera ha hecho grandes amigos, pocos son los que no lo veneran. Toda una joya marina, por su sabor a mar y el contraste de texturas de sus diferentes zonas carnosas. Lo más preciado es su cabeza con el coral y su sabrosa sabrosa carne rojiza. Ésta tiene una parte más crujiente que el cuerpo de color blanco y otra más cremosa. La hembra es más apreciada que el macho, y el tiempo de cocción es el responsable del resultado final. Dicen que el salpicón es su mejor complemento, pero atrevido se mezcla en arroces y se fusiona con otros sabores marinos como el plancton.
O el caviar, que busca lo que quiere en cada momento, se mueve entre aguas saladas pero también viaja por los entornos dulces. No obstante, cuando los de fuera lo conocieron supieron valorar su sabor, la calidad viene dada por su suave aroma a mar, es una joya marina. El caviar, huevas de las hembras de esturión, es una de las mayores delicatessen de la cultura gastronómica. Y sí, no todos tienen el placer de degustarla. No es muy de hacer amigos, por eso se degusta sin limón y con una cuchara de nácar o hueso, para que nada altere su sabor, así de fino. Todo un lujo para el paladar.
Y los camarones, de agua salada y dulce, viajeros por naturaleza. Los podemos encontrar en multitud de puntos geográficos. También comodones, viven en aguas poco profundas y tranquilas sobre fondos de rocas y algas. Su fortuna no pasa desapercibida, son ricos en minerales como el yodo, fósforo y sodio, también en vitamina B. Un bocado marino exquisito que, sobre todo en verano, suele compartirse en reuniones en uno de sus hogares, la costa. Si hablamos de camarones y gastronomía no podemos olvidarnos de una de sus mejores versiones, todos juntos y rebozados para que los disfrutemos en las famosas tortillitas de camarones, ¡deliciosas!